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Muhammad (PBd) tenía fama entre los incrédulos del Quraish de hombre honesto y por ello le encargaban la custodia de sus pertenencias. Cuando se vio obligado a emigrar hacia Medina, no encontró entre su familia y tribu a alguien más honrado que su primo ‘Ali (P), por esto lo nombró su delegado para que devolviera las pertenencias a sus dueños, pagara sus deudas y condujera hacia Medina a las mujeres de su familia.
‘Ali (P), después de cumplir con todos los importantes encargos del Santo Profeta (P), acompañado de las tres Fatimahs (Fatimah hija de Asad -su propia madre-, Fatimah Zahra’ y Fatimah hija de Zubair) y demás acompañantes, se dirigió hacia Medina. En el recorrido eludió a ocho de los incrédulos que se interpusieron en su camino y, cuando llegó a Medina, se alojó en casa del Profeta.